El estado de bienestar era incipiente en Galicia desde tiempo atrás, pero A Illa de Arousa lo descubrió con retraso el 14 de septiembre de 1985. Aquel día, cuatro millares de isleños acompañaron hacia una nueva era al entonces presidente de la Xunta, Xerardo Fernández Albor, en la primera marcha a pie al continente que permitió el acto inaugural del flamante puente de dos kilómetros que daba carpetazo a una forma de vida histórica.
Un cuarto de siglo después, Amancio Otero, presidente de la comisión promotora creada en el año 1979 para impulsar la infraestructura que acabaría con el aislamiento, recuerda la jornada como «a materialización do soño de todos os nativos. O máximo ó que podíamos aspirar».
Cada metro de puente arrancó a las arcas del Estado 750.000 pesetas de entonces. Por cada seis metros de enlace entre la isla y tierra firme en Vilanova de Arousa se podía comprar un piso de cien metros cuadrados en una zona céntrica en Pontevedra…
Fuente: Correo Gallego
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