Una vez me enviaron un email con un adjunto muy bonito. Aquel correo hablaba de que la vida es como un viaje en tren donde a través de tu ventana ves pasar la vida. Personas muy importantes para tí, que te acompañan desde que naces, y que crees que siempre van a estar ahí. Acompañándote, queriéndote, apoyándote en todo momento. Pero esas personas nunca estarán siempre a tu lado, pues se bajarán en una estación anterior a la tuya. Y tu deberás continuar solo (tus padres). También hablaba de otras personas con las que tendrás una afinidad muy grande y especial. Pero por desgracia, viajan en otro vagón. Aunque siempre desearás realizar el viaje con ellos y disfrutar de su compañía (tus abuelos).
Pero también hablaba aquel email de personas que subirían a lo largo del viaje y que, sin darte cuenta, pasarían a ocupar un asiento muy importante cerca de tí (tu cónyuge). Y más personas queridas que conocerás a lo largo de ese viaje y que también ocuparán un lugar muy importante en tu corazón (tus mejores amigos). Y por supuesto, ese equipaje que irás ganando a lo largo del viaje que no tenías cuando lo empezaste (tus hijos). Sí, es cierto, así es la vida. Es como un apasionante viaje en tren. Con alegrías, pero también con tristezas, inconvenientes y otros problemas que deberemos sortear para poder llegar a buen destino. Debemos hacer este viaje con la mayor ilusión del mundo. Por mi parte, es posible que nunca llegue a conocer la Alta Velocidad (vivir la vida a todo «tren», apasionadamente con lujos y grandes pretensiones). Pero me gusta el vagón en el que voy. Me encanta el ritmo de marcha que lleva y adoro las personas que viajan en él (mi mujer y mis grandes amigos). Y doy gracias a Dios que el equipaje que llevo ahora no lo pierda nunca (mi hijo).
Amigos, disfrutemos de esta vida lo mejor que podamos y… buen viaje!
… por Carlos Pereira «Charlie»
